TECH TRENDS
Lo que hoy parece ciencia ficción, mañana será realidad
23 enero 2025
El futuro se abre paso con avances disruptivos: modelos de IA que desafían la lógica, agentes inteligentes con capacidad de decisión autónoma, dispositivos inteligentes integrados al cuerpo y una transformación tecnológica que renovará las industrias y nuestra interacción con la tecnología.
Al comenzar este nuevo año, surgen las preguntas inevitables: ¿cuáles serán las tendencias que marcarán 2025?, ¿qué nos depara el futuro?, y ¿con qué innovaciones nos sorprenderán? El futuro ya está aquí, y viene cargado de avances que prometen revolucionar la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con la tecnología. ¿Modelos de IA que toman decisiones? ¿Dispositivos corporales que monitorean tu salud en tiempo real? Prepárate para explorar las cuatro tendencias tecnológicas que marcarán el rumbo en 2025.
1. Modelos que desafían la lógica: OpenAI supera el parámetro ARC-AGI
La inteligencia artificial ha alcanzado un hito transformador. OpenAI ha anunciado que su modelo o3 ha superado el parámetro ARC-AGI, una prueba crítica que evalúa la capacidad de razonamiento similar a la humana en sistemas de IA.
El Abstraction and Reasoning Corpus for Artificial General Intelligence (ARC-AGI) es un conjunto de tareas diseñado para medir la habilidad de un modelo de IA para razonar y resolver problemas nuevos que requieren adaptabilidad. Creado por François Chollet en 2019, este parámetro obliga al modelo a utilizar razonamiento, lógica y deducción, en lugar de depender únicamente de patrones aprendidos de datos existentes.
Superar el ARC-AGI indica un avance significativo hacia la Inteligencia Artificial General (IAG), sistemas de IA con capacidad para entender, aprender y aplicar conocimientos de manera flexible y generalizada, similar a la inteligencia humana. Este hito sugiere que estamos más cerca de desarrollar sistemas de IA que puedan adaptarse a una amplia variedad de tareas sin entrenamiento específico para cada una.
Aunque este avance es prometedor, la implementación práctica en aplicaciones de consumo aún enfrenta desafíos, especialmente en términos de los recursos computacionales necesarios. Sin embargo, a medida que la tecnología avance y se optimice, podríamos esperar transformaciones en diferentes áreas:
- Asistentes de IA más efectivos: La IAG podría dar lugar a asistentes virtuales que comprendan y respondan de manera más natural y precisa a nuestras necesidades diarias.
- Educación personalizada: Tutores de IA capaces de adaptar lecciones y métodos de enseñanza según las necesidades individuales de cada estudiante, mejorando la eficacia del aprendizaje.
- Atención médica mejorada: Sistemas de IA que asistan en diagnósticos tempranos, planes de tratamiento personalizados y faciliten la comunicación entre pacientes y profesionales de la salud.
- Democratización del conocimiento: Acceso más equitativo a información y soluciones de nivel experto a través de interfaces conversacionales, reduciendo las brechas en educación y experiencia.
Este logro de OpenAI marca un punto de inflexión en el desarrollo de la IA, acercándonos a sistemas más versátiles y capaces. Aunque aún existen desafíos por superar, especialmente en cuanto a la eficiencia y accesibilidad de estos modelos, el futuro de la IA promete integrarse de manera más profunda y beneficiosa en nuestra vida diaria. Del mismo modo, estos hechos ponen de relieve la necesidad de regulación y supervisión ética. La IA general cambiará nuestras vidas, pero sin barreras de protección, podría ser para peor.
2. IA Agents

La IA está evolucionando para convertirse en un agente personal omnipresente en nuestras vidas. Sam Altman, CEO de OpenAI, lo describe como «un colega supercompetente que sabe todo sobre mí, cada correo electrónico o cada conversación que he tenido y está presente en todas mis acciones». Esta visión promete asistentes que dialoguen de manera natural, analicen documentos y ejecuten tareas complejas en nuestro nombre.
Sin embargo, el filósofo sobre tecnología, Éric Sadin advierte sobre los desafíos éticos y sociales de esta integración. Sadin señala que la IA inaugura una «dimensión cognitiva» nueva, donde las decisiones estarán basadas en algoritmos más que en la reflexión humana. Este cambio podría afectar nuestra autonomía y la forma en que tomamos decisiones. Un hecho que nos hace recordar la conocida película protagonizada por Will Smith «Yo, Robot» donde, de forma ficticia, se muestran algunos de los temores que auguraban hace dos décadas.
Pese al entusiasmo de las grandes tecnológicas, 2024 no fue el año esperado para este auge, pero las expectativas para su adopción están puestas en 2025. El futuro de la IA apunta a un cambio radical en cómo interactuamos con la tecnología: no solo como usuarios, sino como aliados de sistemas inteligentes capaces de anticipar nuestras necesidades. ¿Estamos preparados para un asistente que lo sepa todo?
3. IoB: tu cuerpo conectado al Internet de las Cosas
La instalación de los primeros chips neuronales marca el inicio de una era en la que la interacción entre el cerebro humano y la tecnología será más directa que nunca. Se vislumbra un futuro en el que dispositivos como escáneres de ondas cerebrales o electroencefalogramas (EEG) estén integrados en coches y gafas de realidad virtual, mejorando nuestra interacción con las máquinas y expandiendo las posibilidades de la IA.
Este hecho marca un hito en la integración entre el cerebro humano y la tecnología. Proyectos como Neuralink, impulsado por Elon Musk, buscan desarrollar interfaces cerebro-computadora que permitan una comunicación directa con dispositivos externos, incluyendo aplicaciones en realidad virtual. Uno de los ejemplos más mediáticos fue el de Noland Arbaugh, un joven de 30 años, quien ha sido la primera persona en usar el dispositivo cerebral de Elon Musk.
Esta evolución tecnológica está intrínsecamente ligada al desarrollo de semiconductores avanzados. La creciente demanda de chips, impulsada por la inteligencia artificial, ha llevado a gobiernos y empresas a invertir significativamente en esta industria. Por ejemplo, en enero de 2025, se ha anunciado la construcción de un nuevo centro de diseño y fabricación de semiconductores en Málaga (España) con una inversión de 615 millones de euros, de los cuales 500 millones provienen del Gobierno español. Este proyecto, gestionado por el Centro Interuniversitario de Microelectrónica (IMEC) de Bélgica, busca fortalecer la capacidad de producción de semiconductores en España y reducir la dependencia del exterior.
Además, la Junta de Andalucía ha avanzado en una Estrategia sobre Microelectrónica para potenciar el sector en la región, con una subvención de 150.000 euros destinada a la Fundación Instituto Ricardo Valle de Innovación (Innova-IRV). Esta iniciativa busca posicionar a Andalucía como un referente en microelectrónica y semiconductores en España y Europa, atrayendo inversiones tecnológicas y generando empleo cualificado. A nivel internacional, países como Estados Unidos han otorgado subsidios gubernamentales para ampliar la producción de semiconductores. En noviembre de 2024, el Departamento de Comercio de EE. UU. anunció un subsidio de 1.500 millones de dólares para GlobalFoundries, destinado a ampliar la producción en Nueva York y Vermont.
Estas inversiones reflejan una competencia global por el liderazgo en la industria de semiconductores, esencial para el avance de tecnologías emergentes como los chips neuronales y la inteligencia artificial.
4. El fin del reinado de la nube: el auge del Anti-Cloud Movement
Durante años, la nube ha sido el estándar dorado para la infraestructura tecnológica. Gigantes como Amazon Web Services (AWS), Google Cloud Platform (GCP) y Microsoft Azure han liderado esta revolución, prometiendo flexibilidad, escalabilidad y ahorro de costes. Sin embargo, una nueva tendencia conocida como el Anti-Cloud Movement está ganando fuerza, impulsada por crecientes críticas a los modelos de negocio de estas plataformas.
La migración a la nube suele comenzar con ofertas atractivas para empresas: tarifas iniciales bajas, apoyo técnico personalizado y la promesa de simplificar operaciones. Pero una vez que la infraestructura está integrada en estos sistemas, los costes se disparan. Empresas como Basecamp y 37Signals, lideradas por David Heinemeier Hansson, han sido de las primeras en alzar la voz. En su blog, Hansson describió cómo la dependencia de la nube ha aumentado los costes operativos de manera insostenible por lo que migró de AWS y Google Cloud a sus propios servidores, citando la falta de ahorros prometidos y el deseo de evitar la dependencia de grandes proveedores.

Además de los costos, las implicaciones medioambientales de los centros de datos de las grandes empresas tecnológicas han generado críticas. En Aragón (España) las organizaciones ecologistas han denunciado el impacto ambiental de la ampliación de los centros de datos de Amazon, señalando el elevado consumo eléctrico y de agua, especialmente preocupante en una región con estrés hídrico.
En respuesta a estos desafíos, algunas empresas están considerando o ya han iniciado el proceso de repatriación de sus datos y aplicaciones a infraestructuras locales. Un estudio de Citrix indica que el 42% de las organizaciones en Estados Unidos están considerando o ya han trasladado al menos la mitad de sus cargas de trabajo de la nube de vuelta a infraestructuras locales, un fenómeno conocido como «cloud repatriation».
Aunque el Anti-Cloud Movement no acabará con el dominio de la nube, es una señal de que las empresas están revaluando sus estrategias tecnológicas. Los próximos años podrían marcar un cambio hacia un modelo más equilibrado, donde la nube sea una herramienta más, no un requisito imprescindible. Como respuesta, muchas compañías están comenzando a repatriar sus datos y aplicaciones a infraestructuras locales o híbridas.
A medida que avanzamos hacia 2025, las tendencias tecnológicas están marcando un claro punto de inflexión en la forma en que interactuamos con la tecnología. La inteligencia artificial, con sus avances sorprendentes, está configurando un futuro más inteligente y conectado, pero también plantea preguntas sobre la ética y la sostenibilidad de su despliegue. La competencia en el sector de los semiconductores y la aparición de chips neuronales sugieren que el control de los datos y la energía será más crucial que nunca.
Al mismo tiempo, el despegue de movimientos como el Anti-Cloud refleja una respuesta natural a las crecientes preocupaciones sobre el costo y la dependencia de los servicios en la nube, impulsando a las empresas a replantearse sus infraestructuras tecnológicas. La convergencia de estas tendencias, junto con el impulso hacia la soberanía tecnológica y el desarrollo sostenible, nos llevará a un entorno donde las decisiones sobre innovación y adopción tecnológica se vuelven más estratégicas y matizadas.
El 2025 será un año de transición, donde la innovación buscará un equilibrio entre el progreso tecnológico y las implicaciones que este tiene sobre la economía, el medio ambiente y la sociedad. Sin duda, estos desarrollos no solo darán forma al futuro de las empresas, sino que también redefinirán nuestra relación con la tecnología y su papel en nuestras vidas.