Los vampiros emocionales existen

Cuidado que esto no es ninguna tontería.

Los vampiros emocionales existen

10 enero 2020

Aunque algo dramático el título, es cierto que tenemos alrededor personas tóxicas, eso lo sabemos y lo aceptamos, pero lo que no debemos consentir es que nos arrastren a su terreno, al que a ellos les enriquece, alimenta o hacen que disfruten. No es necesario que seamos Van Helsing y vayamos matando vampiros emocionales, pero sí que debemos rechazar su influencia y su mala intención.

Estoy seguro que todos y cada uno de vosotros vais a pensar en alguien cercano una vez leáis un par de líneas más.

El vampiro emocional es eso, un vampiro que en lugar de chupar sangre con colmillos, ‘chupa’ emociones con su presencia. No sé a vosotros, pero esta idea a mí me resultó de lo más estúpida/graciosa cuando la oí por primera vez, pero no tanto cuando empecé a fijarme en las personas que me rodeaban a en ocasiones, y animado con lo que estaba observando, empecé a fijarme en círculos más o menos próximos. Os recomiendo que hagáis este ejercicio, aunque ya os advierto que el resultado es algo desconsolador y revelador a la vez.

 

Voy a atreverme a realizar una derivada de este concepto, el vampiro emocional 2.0. En esta evolución diferenciamos tres tipos:

  • Esas personas que siempre tienen una excusa para ser un lastre emocional. Estos vampiros son malos, pero no peligrosos ya que te preparas con tus ajos, y manteniendo la distancia de seguridad, pocas veces consiguen hincarte sus dientes y llevarte a su estado de continua desazón o desmotivación.
  • Luego están los vampiros temporales, que son los segundos en peligrosidad. Son los que luchan por no morder, pero en realidad necesitan sangre para vivir. Son aquellos que, sin motivos de peso o ante situaciones que perfectamente se pueden evitar, de vez en cuando, se dejan caer y arrastran con ellos a todos los de su alrededor. Una recomendación para luchar contra estos es hacer ejercicios de resiliencia a diario, hay que estar preparados.
  • Y por último, y los que hay que temer y huir de ellos porque no se les puede vencer, son los vampiros espontáneos. Son los que sin motivo y sin razón alguna, necesitan de tu buen ánimo para sentirse ellos satisfechos. No tienen problemas y solo obtienen satisfacción de tu desdicha. A estos no se les puede vencer, aparecen sin esperarlo y cuando los ves llegar, ya es demasiado tarde, en ese momento ya eres suyo.

 

En la gestión de proyectos y en este caso concreto en la gestión de equipos ocurre lo mismo, es obvio, los equipos lo forman personas, y ya os adelanto yo, que en todos los equipos tenemos algún vampiro emocional. Nuestra obligación como directores de proyectos es proporcionar un clima de trabajo favorable (en mi opinión, incluso diría agradable, ya que repercute directamente en la productividad del equipo) y para ello es imprescindible saber gestionar a estos perfiles. Las personas que su tendencia es un estado emocional lúgubre, nos guste o no, tendremos que mantener un trato más paternalista con ellos, lo necesitan.

Pensemos que detrás de una persona desanimada puede haber un profesional brillante. Los emocionalmente variables, requieren de una observación cercana pero no continua. Con el tiempo y el trato con ellos sabremos adelantarnos a sus ‘recaídas’ para amortiguarlas bastante. Pero los espontáneos… ahí no sé qué decir, todavía no he conseguido vencerles, ni tampoco he encontrado un antídoto contra su mordedura.